Aguatrae: ¿Cuál es la relación entre las energías renovables y el tratamiento de la basura?
Mario Riso: Primero quiero aclarar que no hablo en nombre del gobierno. Sólo lo hago como un vecino de Sierras Chicas que ha tenido contacto con el tema desde distintos puntos.
Lo que salta a primera vista, por un lado, dentro de los desechos que se generan en nuestras ciudades y que tienen un potencial energético enorme, es lo que llamamos biomasa, cuya mayor parte está formada por podas. Esta no está incluida dentro de los denominados residuos sólidos urbanos (RSU), pero es una porción importante de lo que genera una ciudad. Especialmente en estos años que fueron muy lluviosos, hemos visto grandes cantidades de troncos y ramas en las calles. El procesamiento de este tipo de residuos para generar energía parece una obviedad en la medida en que se utilice como leña, pero cuando se trata de abastecer la caldera de un hotel es necesario un sistema más autónomo, limpio y controlable. La tecnología está ya muy estudiada y disponible en el mercado. Por otro lado, la porción orgánica de los residuos junto al estiércol de animales de los criaderos de pollos y cerdos -otro residuo común en la región- resulta mucho más complejo de utilizar para hacer biogás, por ejemplo. Finalmente, lo más delicado es generar energía con los residuos derivados de los hidrocarburos, plásticos por ejemplo, ya que su combustión es siempre contaminante y debe ser realizada bajo estrictas normas.
At.: ¿Qué utilidad se le puede dar a la biomasa, que sería el residuo de más fácil acceso acá?
M.R: Bien, te cuento una experiencia que se gestionó desde el Ministerio de Agua, Ambiente y Servicios Públicos (MAASP) para visualizar lo complejo de la implementación de estos proyectos. Hace un tiempo la Asociación Civil y Hotelera de Sierras Chicas pidió al MAASP que evaluara alternativas energéticas por el hecho de no tener gas natural en los hoteles y otros emprendimientos gastronómicos de la zona. El problema era que solucionarlo con leña no era viable por dos cuestiones: la leña proviene de muy lejos a un costo muy elevado y, además es producto del desmonte en otras Provincias. A su vez los tipos de calderas o estufas a utilizar con biomasa de poda reducida (chipiada o en forma de pellet), deben tener un diseño específico, no se puede utilizar cualquiera.
At: ¿Qué diferencia hay entre usar leña entera o el pellet de esta?
M.R: Cuando producís pellet, la biomasa es más densa, es decir tiene más energía por volumen de producto, no posee humedad excesiva, es muy limpia, es seguro su acopio y se comporta como un combustible líquido. Este producto puede abastecer calderas automatizadas que regulen la intensidad del calor que producen, y que necesitan poca supervisión para su recarga diaria.
At.: Entonces, ¿cómo lograron dar una solución a la demanda Asociación Civil y Hotelera de Sierras Chicas?
M. R: Investigando un poco, encontramos, por un lado, un aserradero de Colonia Caroya que tiene una planta que puede producir el pellet necesario y que además no está lejos de nuestra zona, y que en este momento está parada porque no tiene clientes. Por otro lado, las calderas adecuadas para solucionar este requerimiento no son difíciles de desarrollar en Córdoba. Sabíamos de un productor industrial de Río Cuarto que ya tenía un desarrollo piloto, le consultamos y lo comenzó a fabricar, funciona a la perfección. Están mejorando ciertos aspectos para darle una vida útil más larga, y diseñando el sistema de control automático de la temperatura. Es decir que se pueden solucionar todos los pasos técnicos. Tenemos la generación de biomasa necesaria, el procesamiento de la misma a poca distancia y el desarrollo de la caldera. La Asociación Civil Hotelera Sierras Chicas junto al MAASP son los protagonistas de este círculo en construcción. Es un ejemplo de lo posible.
At: Este tratamiento de la poda, ¿en qué sentido incide en el manejo general de la basura?
M.R: Con este proyecto se solucionan numerosos problemas ya que en general los Basurales a Cielo Abierto y los Centros de Transferencia de nuestras localidades (lugares donde se deposita parte de la basura que generamos) reciben las podas junto a la basura domiciliaria (RSU). Cuando la poda se seca genera depósitos de combustible altamente inflamables, por lo que se puede incendiar con facilidad. Entonces terminás con el peor de los escenarios posibles: un basural a cielo abierto con quema de basura que genera enorme cantidad de contaminantes hacia el aire y el suelo.
At: ¿Qué destino tuvo finalmente el proyecto?
M.R: Estamos en una etapa evaluación todavía. Son proyectos complejos que requieren seguimiento y continuidad, ya que intervienen numerosos actores sociales. Por ejemplo estamos identificando como procesar la biomasa a nivel local, que infraestructura y recursos humanos son necesarios, cual predio del municipio es seguro para acumular la poda y el pellet, que es un combustible, modificar la estufa hasta lograr la de mejor rendimiento, entre otras variables. Constantemente debemos evaluar y adaptar todas estas variables para encontrar las más adecuadas a la realidad local.
Me gustaría resaltar a partir de este ejemplo una variable que es fundamental para la implementación de proyectos que implican energías renovables. Esa variable es la financiación, que necesariamente debe provenir del Estado. En este caso el mismo sector que necesita solucionar el problema de la calefacción por la falta de gas natural, también planteó la problemática del calentamiento de agua sanitaria. Entonces se gestionó a través de Bancor, una línea de créditos para equipamientos en energías renovables. Con esto se busca diversificar la matriz energética, no se trata de reemplazar completamente una fuente por otra, sino utilizar todas, porque por una cuestión de infraestructura, no es posible dar capacidad de abastecimiento a través de una única fuente.
At: ¿Se puede solucionar el problema del tratamiento de la basura de las Sierras Chicas generando energía?
M.R: Existen muchísimas alternativas para tratar la basura y a la vez generar energía u otros productos aprovechables. No soy un experto en basura, solo busco junto a otros actores sociales estos círculos virtuosos que nos permitan reducir y/o utilizar una parte para generar energía y, de ser posible, crear puestos de trabajo. Pero lo fundamental, que tienen que entender los habitantes de la Sierras Chicas en este momento, es que estas soluciones sólo se lograrán si hay iniciativa de tratamiento a nivel local o regional, tanto de los vecinos como de los gobiernos. No se puede enviar toda la basura al otro lado de Córdoba porque es inviable económicamente. Por lo menos debemos reducir una parte.
At: ¿Qué pasa con aquellos municipios que no envían su basura a otro lado?
M.R: Hay localidades del corredor que todavía funcionan con basurales a cielo abierto, pero ya saben que tienen los días contados. ¿Por qué no lo están enviando a otro lado? Porque de esta manera tienen como costo sólo la recolección. Cuando comparan cualquiera de las posibilidades de tratamiento contra ese costo, obviamente todo resulta mucho más caro. Los costos de gestión de la basura ocupan siempre los primeros lugares en el presupuesto de cualquier municipio. También están los que la envían a Piedras Blancas: entre el costo del transporte, peajes y disposición gastan una enormidad de dinero. Lo interesante es que en ambos casos el tratamiento local y regional se presenta como una buena oportunidad ya sea para no aumentar el costo o para bajar el existente.
At: Pero, ¿el tratamiento local no tiene consecuencias?
M. R: Tenemos que entender que cualquier tipo de tratamiento de residuos tiene alguna consecuencia ambiental. La reacción inmediata ante las plantas de tratamiento regionales es que nadie quiere tenerla en su pueblo. Todos dicen a coro “¿por qué vamos a recibir la basura de otros en mi localidad?”. Colocar una planta de tratamiento de residuos de alta complejidad en cada localidad resultaría, económicamente hablando, inviable. Sí o sí tiene que haber plantas que trabajen a nivel regional. Si no se genera una conciencia de la necesidad de trabajar de esta manera, nos quedamos con la peor de las opciones: el basural a cielo abierto con quemas de podas. Tenemos que vencer ese miedo, mirar el residuo como un producto que puede generar recursos o al menos palear los gastos que implica recolectarla y procesarla, y aprender a evaluar opciones viables de base regional y local.
¿Entonces qué es lo más absurdo de todo esto? Que sostener una posición ambientalista radical implica rechazar cualquier opción posible “por las dudas” y entonces resulta funcional al basural a cielo abierto. Del mismo modo, ser indiferente al problema ambiental también es funcional al basural a cielo abierto. Conclusión: gracias a ambas posiciones tenemos los basurales a cielo abierto.
At: ¿Existen soluciones tecnológicas para resolver nuestros problemas con la basura?
M.R.: Mirá, te cambio el enfoque de tu pregunta. Porque siempre estamos pensando en los dispositivos tecnológicos que van a solucionar los problemas sociales y ese es nuestro principal error. Esto tiene que ver con nuestra historia, con un pensamiento contemporáneo, donde se tiene una fe ciega en los dispositivos tecnológicos. Me ocurre muy seguido en mi trabajo cuando hay que dar soluciones desde las energías renovables, creemos que vamos a remediar las dificultades de las personas con diversos dispositivos pero chocamos muchas veces con otras realidades que nos cambian los planes. Para decirlo de otra manera, se trata de pensar en una tecnología social, es decir, de una construcción local o regional donde se involucren a todas las partes para solucionar el problema. Pero con el tema del tratamiento de la basura ocurre que todos lo asociamos con contaminación y con problemas sanitarios, y no con energía y recursos. Por otro lado, tenemos a las empresas, los municipios o el gobierno, que también están acostumbrados a pensar primero en los dispositivos tecnológicos que solucionen los problemas. Tal vez se trata de empezar al revés: la capacidad de organización social junto a los gobiernos locales eligiendo un dispositivo tecnológico al final de su armado y no al comienzo. ¿Podremos? Nadie nos va a decir exactamente cómo hacerlo. Es claro que primero debemos construir el consenso y luego la tecnología, nunca al revés. Acordar primero que queremos trabajar en conjunto, construyendo positivamente, luego qué tipo de tratamiento estamos dispuestos a dar en la localidad, qué porción podemos reutilizar para bajar costos, dónde va lo que no podemos procesar y cuánto estamos dispuestos a pagar y recibir por todo esto.
At: ¿Cuál es la clave desde el momento en que dividiste o clasificaste la basura?
M.R: La clave está en que pasás de tener un residuo sin valor a un montón de posibilidades con valor. La pregunta del millón es ¿cómo se organiza todo esto? Tecnologías existen miles, empresas capaces de hacerlo también, municipios dispuestos también. Pero la sociedad, que en gran parte está movilizada y puede contagiar al resto, necesita saber que su participación en la división de la basura tiene un destino final acorde al esfuerzo de haberla dividido. Ahora, si cualquiera de estos actores cree que se trata de un problema tecnológico, está perdido definitivamente y desde un comienzo.
At: Con todo lo que nos contaste, ¿por qué no logramos solucionar el problema de la basura en las Sierras Chicas?
M.R: Fijate, me desvela este círculo que nos tiene atrapados: los gobiernos locales no tienen los recursos para instalar un sistema de tratamiento de residuos, los ciudadanos de sierras chicas no empezamos a dividir masivamente en la medida en que no haya una organización centralizada que organice, las empresas pueden proponer alguna tecnología de tratamiento pero luego nos quejamos si esta busca obtener rentabilidad con algo que, paradójicamente, pagamos para desechar. Es una empresa ¡¿qué otra cosa va a hacer?! Entonces, ¿quién comienza primero, la sociedad organizada, los estados o las empresas? ¿Los tres a la vez? ¿Cómo desarmamos este círculo? No lo sabemos. Estamos explorando, encontramos cada vez más organización social activa, consciente y dispuesta a sentarse con los gobiernos locales a pesar de las desconfianzas mutuas históricamente construidas.
Las organizaciones sociales que se queden en posiciones ambientalistas extremas, o solo participen de esto para romper o practicar la oposición política, serán tan responsables de los basurales como los gobiernos que no se animen a abrir el juego y laburar con sus ciudadanos organizados. Si no desarmamos este vínculo, viviremos por siempre rodeados de basurales. Por el contrario, los ciudadanos y los gobiernos locales que se animen a romper moldes y sentarse a la mesa a elaborar algo conjunto, de modo maduro, seguramente con fuerte discusión pero intentando por todos lados construir algo, van a erradicar sus basurales y van a generar energía y trabajo. ¡Nada menos! Por eso el problema de la basura no es un problema técnico sino estrictamente social y político. Refleja el estado de salud de la relación entre los ciudadanos, su gobierno y el territorio.
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Cecilia